domingo, 28 de mayo de 2017

Graduación

El proceso de la vida en muchos casos sigue los mismos patrones, o al menos, en el caso de un país con cierto desarrollo social y económico. Naces, estudias, te gradúas, consigues un empleo, te independizas, conoces a alguien, formas tu familia y la mantienes hasta que falleces.
A pesar de que ya hay una cierta guía, un libreto del proceso a seguir, los nervios para emprender una nueva etapa siempre están ahí, como recordatorio que a pesar de que haces lo que la sociedad "te empuja" a hacer, eres una persona y como tal la incertidumbre va a estar presente en lo que hagas.
En el caso de quien les escribe, ya emprendió parte del camino ya comentado, estudiando y graduando, con un empleo (espero) estable. La independencia la emprendí parcialmente al mudarme de la ciudad donde solía residir hacia la capital, con la ventaja de tener apoyo en la familia que ya residía ahí, siendo un colchón anímico y funcional que me ayudó a que el impacto no desestabilizara lo mucho o poco que he podido formar de personalidad a lo largo de mis 27 años de vida.
Desafortunadamente para mí, mi salud no ha sido una fiel acompañante en este periplo. Tengo un problema que impide que logre por completo la "independencia" que se podría esperar de una persona de mi edad. Lo ideal sería estar en todo momento acompañado para evitar cualquier accidente que de verdad me afecte físicamente, a un nivel mayor comparado a lo que me afecta el problema que cargo.
Pero el estrés que conlleva el problema que tengo hacia las personas que me rodean es una carga que no estoy dispuesto a llevar y por el cual no quiero sacrificar lo que he podido conseguir hasta hoy día. Entonces, para evitar (más) molestias a los que en todo momento han brindado su amor y su apoyo, decidí afrontar esta situación completamente solo.
El nervio de la transición va acompañado del nervio de la incertidumbre que trae el empezar a pensar si habrá algún problema serio mientras yo esté (sobre)viviendo está etapa. Espero que no.